Monday, January 29, 2007

ESTAS SON LAS MAÑANITAS

Si una noche es suficiente para que los demonios bailen, el amanecer es el degenere de las sombras y el misterio a media luz. Un amanecer es más efímero y por lo tanto el captarlo requiere un mayor esfuerzo. En la dionisiaca noche se pueden profanar muchos de sus rincones, en cambio el amanecer obliga puntos fijos, ojos fijos, sobriedad. Desde los albores de la cultura el amanecer ha sido momento sagrado, postración, éxtasis, sometimiento ante los fenómenos de la naturaleza.

Un amanecer de invierno invita a un ἔκστασις, ese estado cuando el alma se encuentra enteramente embargada por un sentimiento de admiración, alegría. Cuestión de segundos, pocos minutos, pero el ἔκστασις permanece en la memoria de aquel que lo padece.

Un par de cámaras, un tripie, un poco de café caliente. Unos cuantos segundos, un millón de instantes, miles de formas, texturas, colores. Levantarse justo cuando la fiesta de la profanación está culminando, la noche. Todavía se ven sus estragos. Soportar el frío, esperar, pensar, componer, admirar. Y todo acaba con la horrible y plena luz. El planeta se vuelve vulgar al medio día, pero le queda el ocaso, reflejo del amanecer o el amanecer reflejo del ocaso. Le queda la noche y el
germen del otro día secula seculorum.
Oliver E.




























































































































































































































































3 comments:

Mar said...

Preciosas, algunas impresionantes.

Sofiart said...

Simplemente hermoso.

P! ... said...

mucha calidad en bastantes imagenes.
Un saludo.
cronicas desde un dispositivo movil
el ojo mecanico