Tuesday, February 27, 2007

"Au désert je mourrai," el desierto de Fando y Liz



TEXTO Y FOTOS: OLIVER E. LÓPEZ



El árbol se refugió en la hoja,

la casa en la puerta

y la ciudad en la casa.

Yo contemplaba ese espectáculo y volví a ver:

al árbol convertido en hoja,

a la casa en puerta

y a la ciudad en una casa.

Por eso tenía que hacer esfuerzos

para no refugiarme en mis propias manos

-Alejadro Jodorowsky-

1

Mover el ojo bajo

los pliegues de un terciopelo arena

que meditado espera el disparo de mi párpado


Dunas en el cuerpo,

dunas al doblez de la ciudad,

en el funeral efímero del sol


Miradas en alcohol,

solitarias detrás-delante

de lo poco que le falta al viento para ser caricia


Ella espera,

mimetiza en su semblante el reino

que guardaba cada noche


Espera cada orden

que el desierto grita,

voces cactus, aguardan los deseos


2


El deseo se parece al desierto y no por letras

sino por nostalgias,

se va filtrando de la sangre hacia los poros

y no es más que arena.


3


Arena de mi boca,

dame otra sórdida esperanza de morir

sin darme cuenta


Arena de mi a ti,

que insignificancia,

simples granos, arena bendita.


4


Dejo que la imagen salga de las manos

Dejo que las manos salgan al desierto

Dejo que el desierto regrese hacía mis manos


Oh Liz, qué harás sin Fando,

ya no vas masticar las rosas,

a pasearte paralítica por los relieves de tu infancia.


Liz, sin tu fonógrafo

y tu muñeca pintada de blanco y negro

sin Fando


Dejo que el desierto salga de mis manos

Dejo que las manos busquen una imagen

Dejo que la imagen vuelva hacia el desierto


5


Ella posa sobre unos versos

que escribieron otros versos,

se resbala por la única fotografía

que dejó el pasado.


Ella espera,

medita mi nombre,

lo guarda en un rincón de su desierto.


Fando, no te veo ya sin Liz,

ya no besas a los hombres,

no prometes ya cantar con flores y con perros.


Fando y Liz, Liz y Fando

caminan el desierto del pasado

que no llega a ser jamás futuro,

la ciudad de Tar


A Tar a Tar es imposible llegar.


Mover el ojo bajo

los pliegues de un terciopelo arena

que meditado espera el disparo de mi párpado


Dunas en el cuerpo,

dunas al doblez de la ciudad,

en el funeral efímero del sol

Ella posa sobre unos versos

que escribieron otros versos,

se resbala por la única fotografía

que dejó el pasado.














































































































































Desierto
Vicente Aleixandre

Lumen, lumen. Me llega cuando nacen
luces o sombras, revelación. Viva.
Ese camino, esa ilusión es neta.
Presión que sueña que la muerte miente.
Muerte, oh vida, te adoro por espanto,
porque existes en forma de culata.
Donde no se respira. El frío sueña
con estampido - eternidad. La vida
es un instante
justo para decir María. Silencio.
Una blancura, un rojo que no nace,
ese roce de besos bajo el agua.
Una orilla impasible donde rompen
cuerpo u ondas, mares, o la frente.

Monday, January 29, 2007

ESTAS SON LAS MAÑANITAS

Si una noche es suficiente para que los demonios bailen, el amanecer es el degenere de las sombras y el misterio a media luz. Un amanecer es más efímero y por lo tanto el captarlo requiere un mayor esfuerzo. En la dionisiaca noche se pueden profanar muchos de sus rincones, en cambio el amanecer obliga puntos fijos, ojos fijos, sobriedad. Desde los albores de la cultura el amanecer ha sido momento sagrado, postración, éxtasis, sometimiento ante los fenómenos de la naturaleza.

Un amanecer de invierno invita a un ἔκστασις, ese estado cuando el alma se encuentra enteramente embargada por un sentimiento de admiración, alegría. Cuestión de segundos, pocos minutos, pero el ἔκστασις permanece en la memoria de aquel que lo padece.

Un par de cámaras, un tripie, un poco de café caliente. Unos cuantos segundos, un millón de instantes, miles de formas, texturas, colores. Levantarse justo cuando la fiesta de la profanación está culminando, la noche. Todavía se ven sus estragos. Soportar el frío, esperar, pensar, componer, admirar. Y todo acaba con la horrible y plena luz. El planeta se vuelve vulgar al medio día, pero le queda el ocaso, reflejo del amanecer o el amanecer reflejo del ocaso. Le queda la noche y el
germen del otro día secula seculorum.
Oliver E.